Cuando me quedo sola
ya no me quedo sola.
En mis dedos anidan tus sortijas,
en mis brazos,
que aún tienen la forma de tu cuerpo,
danza un perfume que no existe en las flores.
Tus palabras se han sentado a mi lado.
Con tu sortija, tu cuerpo, tu perfume
y sobre todo con tus palabras
has desterrado, provisionalmente,
mi fanática soledad.
Gloria Fuertes